Leyendo La Revista Viva del domingo 16/02/2014 encontré un artículo cuyo extracto comparto a continuación. Me sorprendió el hecho de que me hiciera pensar en una idea fuerte: «Fuera de la lengua hace frío». Si bien dentro del artículo el autor no lo expresa exactamente de esa forma, por la continuidad de las oraciones, el concepto surge, la idea aparece. Y es interesante ver qué pasa cuando estamos «por fuera de la lengua», sin el poder de las palabras…

«El famoso humorista alemán se sienta en el escenario. Tose. La gente se ríe por eso. Se prepara. No  sé por qué también se me despierta cierta expectativa. Después el humorista empieza a leer. En alemán, claro. Por eso las expectativas se me derrumban, y tardo un rato en comprender lo que sucede. Cuando estalla la primera carcajada masiva -que incluye a Luis, mi intérprete- me siento definitivamente solo, perdido. Así sucederá el tiempo -a lo largo de una hora- oyendo a un humorista alemán, en el salón principal de un hotel en Hall in Tirol, con trescientas personas muriéndose de la risa. Yo no sé qué cara poner. Me siento por primera vez, profundamente extranjero. Es decir, fuera de la lengua. Hace frío. ¿Para qué se escribe?, insisto. Para volver de lo extraño y contarlo, pienso, por ejemplo, cuando los aplausos finales estallan».

Innsbruck, Alemania.