¿Cuál es ese contenido que te cuesta tanto escribir y nunca queda del todo bien?, ¿web, mailings, redes…? ✍

A veces pasa que, aunque nos dispongamos con toda la energía a reformular o encarar los textos de una manera diferente, ¡no lo logramos!, ¡o ni siquiera sabemos por dónde empezar a mejorar! Bueno, te recomiendo empezar por tener siempre a mano estos 5 pasos que conforman los “primeros auxilios para todo redactor”:

  1. Esencia: foco y objetivo

¿Cuál es el objetivo de cada canal de comunicación?, ¿te pusiste a pensar realmente cuál es el aporte que generarás con cada uno de tu canales (mail, blog, redes), en principio puede ser que quieras «darte a conocer», pero en el fondo cada espacio tiene su razón de ser y la gente acude a ellos buscando algo en particular: Información, entretenimiento, ideas, ayuda…. es muy frecuente que, cuando comunicamos durante mucho tiempo, perdamos de vista el objetivo central de cada espacio (o incluso quizás nunca te hayas sentado a definirlo a conciencia), pero tenerlo en claro va a permitir que todas tus comunicaciones tengan un sentido, que convivan armónicamente y mantengan el foco y objetivo.

  1. Ingredientes crudos: datos y testimonios

A la hora de sentarnos a escribir una nota, un post o un mail, los adjetivos adornan mucho, pero los datos convence: ¿tenés datos sobre cuántos clientes ya confiaron en tu producto/servicio?, ¿podés pedirle a alguno de ellos que comente algo positivo sobre su experiencia con tu marca? Agregar este tipo de info le sumará reputación, prestigio y, sobre todo, credibilidad a tu texto. Además, reforzará las posibilidades de cerrar una nueva venta.

  1. Tijeras: ¡No nos pongamos demasiado extensos!

Cuando te metas de lleno en el llamado “cuerpo del texto”, sobre todo cuando estés escribiendo una nota (pero también en un post extenso) animate a ir rompiendo los bloques grandes de texto con frases más cortas: resaltados, entrecomillados, listas con viñetas, etc. Todo lo que haga más llamativo y le dé “aire” a la lectura, atrapará la mirada de tu lector y hará que sume chances de llegar hasta el final.

Además, no dejes que las frases hechas ni las descripciones largas y rimbombantes aburran a tu cliente. Andá al grano: ¡no pierdas de vista el punto 1!

  1. Toque final: supervisión

Releer, editar, pulir. Sí, como Miyagi, pero sobre tu texto. Esta es la única disciplina que te convertirá en un buen escritor.

Si llegaste hasta acá seguro te entusiasmaste muchísimo contando quién sos, qué venís a resolver y cuántos datos y clientes te avalan. Pero…. ¡cuánto te apuesto a que todavía se puede pulir un poco más! “Aliviar” tu texto de esas cargas innecesarias lo hará más simple y atractivo.

Y la yapa: ¡animate a leer en voz alta! es muy distinto como “suena en tu cabeza” que como se escucha realmente. Con este último paso te asegurarás de que no quedó nada fuera de lugar, que el texto es armónico, fluido y, por sobre todo, claro en su propósito.

 

✍¿Realmente te gustó cómo quedó? ¡Entonces estás listo para compartirlo!

✋ Si no lo lograste… ¡escribinos para más recomendaciones!