Florencia Borrilli

Quienes trabajamos en contenidos, sabemos bien que las entrevistas son muy interesantes, porque a partir del diálogo con el otro podemos obtener un montón de información valiosa, ya sea que vayamos a publicar en un mass-media, en una revista de comunicación interna o en algún otro canal de una empresa.

Para que ese encuentro sea productivo y podamos obtener realmente lo que necesitamos, es necesario considerar y prever algunos aspectos, tanto técnicos como generales, que nos permitirán alcanzar el objetivo.

ANTES DE LA ENTREVISTA

  1. Saber con quién dialogás

La persona que entrevistarás llega a vos o vos a ella por alguna razón, pero, sobre todo porque te interesa su opinión y experiencia en algún tema en particular. Entonces (sí, parece obvio, pero vale la aclaración) lo primero que tenés que hacer es sentarte frente a la computadora y ponerte a investigar sobre tu entrevistado. Quién es, cuál es su formación, si escribió notas en otros medios (qué y en cuáles), qué cosas dice de ese mismo tema por el que lo contactamos (si es que hay registro en Internet), dónde trabaja; etc. Esto te dará seguridad a la hora de entablar el diálogo, porque ¡no te olvides de algo fundamental!… la entrevista es un diálogo (nunca un monólogo), es un intercambio entre dos o más personas que tiene que apuntar a fluir como cualquier otra conversación. Y creeme que si uno no sabe bien quién es el otro, no solo se va a sentir inseguro, sino que hará sentir inseguro al otro (y hasta incluso, incómodo).

  1. Prepará una guía de preguntas

Si bien no todas las personas a quienes vayas a entrevistar serán iguales o tendrán las mismas formas, vos sí podés tener una metodología flexible que sea efectiva a la hora de prepararte para la entrevista. En mi caso, debo confesarte que con el tiempo descubrí que nada puede ser más ordenado y tranquilizador que tener a mano unas preguntas guía, que, por supuesto las podemos compartir con nuestro entrevistado días antes de la charla, para que él también vaya viendo por qué lado irá la conversación. ¡Ojo! Tener una guía de preguntas (generales y específicas) no significa que tengas todo bajo control. Significa que, más allá de la espontaneidad y las repreguntas (o preguntas nuevas) que surjan en el encuentro, esta guía te recordará siempre cuál es el foco de la entrevista. ¿Te suena la expresión “no nos vayamos por las ramas”? Bueno, a eso me refiero. Siempre la entrevista, como cualquier pieza de comunicación que realices, tendrá un encuadre, el famoso “frame” que nos enseñan en la facultad. Ese marco son los límites por donde podrás moverte con tus preguntas. Algo que puede servirte también es establecer un marco de tiempo para llevarla adelante.

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  1. Rechequeá el encuentro

Vivimos en un mundo en constante cambio y movimiento. Muchas veces nuestra agenda se modifica mientras corren los días. Por esta razón días antes u horas antes -lo sabrás dependiendo el perfil del entrevistado- es conveniente confirmar que el encuentro -presencial o telefónico- se realizará tal como lo pactaste. Esto te permitirá organizarte mejor.

DURANTE LA ENTREVISTA

  1. Preparate antes de comenzar

Esto también parece obvio, pero no hay que perder de vista que el tiempo del otro -así como el nuestro- es muy valioso y lo mejor que podés hacer, por respeto y profesionalismo, es tener todo listo para comenzar la entrevista una vez que se entabla la conversación. Grabador, PC con batería suficiente para tomar apuntes, conexión funcionando normalmente, las preguntas a mano, y todo lo que consideres necesario para estar 10 puntos.

  1. Una introducción siempre viene bien

Más allá de los contactos previos que fuiste teniendo con la persona, es importante recordarle quién sos, en qué medio saldrá publicada la entrevista, con qué objetivo, para luego darle pie a la persona y comenzar a dialogar.

  1. Preguntas abiertas, ¡siempre!

Con preguntas abiertas me refiero a que no puedan contestarse con un simple SI o NO, sino que den lugar a que el entrevistado se explaye y profundice sobre lo que le estás consultando. Incluso, las preguntas abiertas suelen dar lugar a las repreguntas, es decir, nuevas preguntas sobre eso que te está contando. Pero, recordá, quien pone el límite y quien tiene la tarea de hacer que el entrevistado no se vaya por las ramas son vos. Si notás que empieza a entrar en detalles que no se relacionan con el tema, hacéselo saber. ¡Lo bueno es que cuando sucede esto, por lo general significa que el entrevistado se siente a gusto y en confianza!

  1. Chequeá el tiempo

Es importante ir viendo cómo avanzan las preguntas y respuestas para no dilatar la entrevista más tiempo del necesario. Ojo, no se trata de dejar al entrevistado con la palabra en la boca, pero sí de apuntar a lo que necesitás. Además, somos humanos, y nos cansamos y la atención decae a medida que el tiempo pasa, con lo cual es importante tener en cuenta este punto.

  1. ¿Hay feedback?

¡Qué importante es este punto! Es lo que no podés eludir bajo ningún punto de vista. No des por sentado nada. De tanto en tanto, preguntale al entrevistado si te entiende, tanteá también si vos estás entendiendo bien. A veces preguntas tan simples como: “A ver si te entendí, ¿lo que me estás diciendo es xxx”? Te va a llevar muy poco tiempo chequear que estás comprendiendo lo que te cuenta, y es crucial en los resultados que vas a obtener al momento de desgrabar y pasar en limpio. El famoso feedback que toda conversación necesita, la prueba de que se está dando una verdadera comunicación de A a B y de B a A.

  1. Cerrá la entrevista y agradecé

Es muy importante dar las gracias por el tiempo dedicado al encuentro, y dejar claro que te sentís conforme con la información. También es bueno consultarle al entrevistado si quisiera agregar algo más (a veces sucede que el otro tiene en la mente algo que -tal vez- a vos se te escapó o que no tenías porqué saber).

¿Creés que te sirven estos pasos? A nosotras nos ahorran tiempo y dolores de cabeza. Si querés saber más podés escribirnos a nuestro perfil de Instagram @decontenido así preparamos más tips que te ayuden en tu trabajo diario y con tus clientes. Una última cuestión a tener en cuenta, ¡No te olvides de disfrutar de lo que hacés!