Por Mariana Brizi
Walter Fisher, un visionario académico estadounidense especializado en comunicación, decía que “las buenas historias (bien contadas) son más efectivas que un buen argumento” y creía firmemente que los seres humanos entendemos nuestra vida como una sucesión de narraciones, “que tienen secuencia y significado para aquellos que la viven, la crean y la interpretan”.
Es por eso que incluso hoy, una época en la que priorizamos los entornos de comunicación digital, las historias que mejor funcionan siguen siendo aquellas que “tienen alma”, que logran conectarse con los sentimientos humanos. Esto es justamente los que todos conocen como estrategia de “Storytelling”. En definitiva, podríamos decir que en medio de tanta información por todos lados, lo que sigue primando es la famosa empatía. Claro que, cuando hablamos de la comunicación de las empresas, debemos tener muy en claro que la estrategia del storytelling debe incluir, en cada una de esas historias, un fragmento del propósito corporativo. Así, estaremos comunicando cuál es el diferencial de la compañía, qué tiene ella para ofrecer, y al mismo tiempo mostrando a la audiencia su lado más humano. Porque, si nos paramos a pensarlo bien, ¿qué somos sino seres humanos movidos por emociones, sensaciones y necesidades que nos impulsan a tomar decisiones todos los días?
Podemos decir (¡y con toda seguridad!) que los comunicadores debemos ser cada vez más “contadores de historias”, porque los relatos con protagonistas tangibles y argumentos colmados de sensaciones empáticas generan siempre mayores interacciones y construyen vínculos más sólidos y perdurables.
Cuando un mensaje conecta con su público y logra ganarse un espacio en su corazón, la recordación y efectividad serán muchísimo más elevadas que una simple argumentación técnica o descriptiva.