¿De qué hablamos cuando decimos que un contenido “ride” o mide bien? Hace tiempo me vengo preguntando por qué tantas cuentas (entre ellas, y sobre todo, la de los medios informativos) eligen compartir pseudo-noticias con tinte amarillento o polémico (rozando, incluso, el fake news, con carencia de datos comprobados y de certezas). Y la respuesta creo que es la siguiente: lo que genera polémica, lo que irrita a las personas y lo que fomenta el odio… mueve la aguja de las mediciones en redes y, en definitiva, “rinde”.
Ahora bueno… vamos hacer doble clic en esto de “rendir”, ¿te parece?
Cuando el engagement es el único motor que impulsa la creación de contenido, entramos de cabeza en una ecuación peligrosa que dice más o menos así: cuanto más interactúe la audiencia, mejor rendimiento obtengo en los algoritmos, ¡aunque los comentarios sean nefastos y pura crítica!. Y acá le agrego: ¿qué pasa que las empresas y creadores de contenidos no anhelan interacciones basadas en la calidad y en el valor de lo compartido?, ¿cuál es el precio de generar contenido polémico y de baja calidad con tal de obtener engagement?
En un mundo donde los segundos de atención es la moneda de cambio, los comentarios negativos y el «hate» parece que se volvieron un arma poderosa para captar miradas. No puedo sacarme de la cabeza este fenómeno y no puedo ni quiero dejar de hacerme esta pregunta: ¿estamos normalizando exponernos a “contenido basura” y estamos, también, naturalizando el maltrato textual a través de los comentarios?
La comunidad que se genera a partir de estos contenidos suele ser efímera y superficial, enfocada más en la reacción impulsiva que en una relación de confianza a largo plazo. ¡Y nadie quiere eso para sus marcas, ¿verdad?!
Cuando se pone por encima de todo el ruido, en lugar del valor, esa falta de calidad del contenido va carcomiendo nuestra capacidad de valorar lo bueno. Es tarea de todos nosotros elegir qué queremos consumir, y dale espacio en nuestras redes a la creatividad bien entendida, el periodismo de investigación, los creadores de contenido genuino, etc..
¡Esta es mi invitación hoy! Animate a ser el mejor curador de tu propio contenido, a elegir con cuidado qué queres ver y qué no, a qué tipo de contenido te vas a exponer y cuáles ya no (vale para lecturas, videos y hasta música)
Más allá de la crítica a esta tendencia, también aprovecho para reflexionar sobre el papel que jugamos nosotros, los creadores de contenido, en la promoción de contenidos éticos y responsables. Las redes sociales pueden ser mucho más que una máquina de ruido; tienen el potencial de ser herramientas para el cambio, el aprendizaje y el fortalecimiento de comunidades.
Quizás, el verdadero desafío esté en construir una cultura digital donde el valor supere a la superficialidad, y donde el engagement no se mida únicamente en términos de cantidad, sino también de calidad y propósito. ¿Qué te parece?