Hay incomodidades que aprendemos a normalizar.
Pequeños malestares que dejamos pasar.
Decisiones que tomamos por inercia.
Y sin darnos cuenta, vamos cediendo espacio interno para adaptarnos a entornos, rutinas o relaciones que ya no nos hacen bien.

A veces, escribir es mi forma de ponerle freno a esa inercia.
Sentarme a mirar de frente lo que estoy sosteniendo con más esfuerzo que convicción.

Fue ahí cuando me encontré con un concepto que le puso nombre a algo que, en el fondo, ya sabía: la sobreadaptación.

🌀 ¿Qué es la sobreadaptación?

Sobreadaptarnos es más que simplemente «acostumbrarnos».
Es hacer un esfuerzo constante por funcionar en contextos que nos exigen demasiado.
Es adaptarse más allá de lo sano, hasta dejar de preguntarse si ese lugar sigue siendo el propio.

La psicóloga española María Jesús Álava Reyes, autora del libro «La inutilidad del sufrimiento», lo dice con claridad:

“Hay personas que se adaptan tanto, que dejan de ser ellas mismas. Se acomodan al malestar porque han perdido la referencia de lo que merecen.”

Y cuando eso pasa, el peligro es que confundamos adaptación con resignación.
Dejamos de registrar que algo nos incomoda.
Y empezamos a pensar que el problema somos nosotros, por no estar conformes, por no encajar, por «no poder con todo».

💡 Una señal: cuando el cuerpo te avisa

La sobreadaptación muchas veces se siente en el cuerpo antes que en la cabeza.
Fatiga, falta de motivación, ansiedad sin causa aparente.
Ese «no sé qué me pasa» que empieza a colarse en los días.

Pero si prestamos atención, algo adentro empieza a pedir cambio.

✍️ Un ejercicio para volver a vos

Si algo de esto te resuena, te propongo un ejercicio sencillo, pero poderoso:

📄 Hacé dos listas.
YA NO: lo que elegís dejar de sostener, aunque sea en tu mente.
A PARTIR DE AHORA, SÍ: lo que querés empezar a elegir, por más pequeño que sea.

Escribirlo no soluciona todo. Pero abre un primer espacio de conciencia.
Y eso, a veces, ya es un cambio.

💬 Te leo

¿Te animás a compartir uno de tus YA NO o en los comentarios?
Puede ser algo laboral, emocional o cotidiano.
Nombrarlo ya es una forma de empezar a transformarlo.