Vivimos en un mundo hiperconectado en el cual abundan los canales de comunicación, pero –aunque a simple vista parezca lo contrario— a veces no es tan simple lograr que estén alineados a los objetivos del negocio. Y para esto es necesario tener bien definida una cuestión crucial: ¿qué objetivos tiene mi empresa, qué temas críticos están en juego?, ¿y qué objetivos de comunicación se plantean que contribuyan a resolverlos en parte o en su totalidad?
Preguntarse algo así parece una obviedad, pero en realidad cuando sabemos cuál es nuestro norte, es mucho más simple definir estrategias de comunicación que nos lleven hacia ahí y no hacia otra parte.
Una vez definida la estrategia de negocio, tenemos que pensar qué canales hay disponibles en mi empresa y definir cuál es la especificidad de cada uno: por ejemplo, para comunicaciones importantes se usará el mail, para convocatorias se usará la cartelera, para campañas de comunicación, la Intranet; etcétera. Pero también –y aquí viene el desafío— hay que considerar la interacción de esos canales para que se retroalimenten, potencien y nos acerquen a donde queremos llegar. ¿Por qué? Porque sin una estrategia definida puede suceder lo contrario a nuestros objetivos, como por ejemplo, podemos saturar de mensajes a nuestro público interno-externo, podemos caer en la redundancia sin agregar valor a lo que queremos y necesitamos contar, podemos desperdiciar el potencial de una comunicación de nuestra empresa pensada como un todo donde cada parte es fundamental y quedarnos en un nivel operativo, perdiendo de vista la posibilidad de dar un salto comunicacional.
Es muy común que en la actualidad las organizaciones pierdan tiempo y dinero por no saber encauzar y organizar sus mensajes. Esto es un hecho real. Existe una desorganización en la comunicación, una falta de refuerzo de la identidad de las empresas y una carencia de objetivos reales de comunicación. Varias veces nos ha pasado de indagar a ciertas empresas sobre por qué quieren hacer determinada comunicación, y del otro lado obtuvimos el silencio como respuesta.
Cuando somos una empresa, todo el tiempo estamos comunicándonos y es muy importante lo que decimos puertas adentro o afuera de nuestro negocio. Y viviendo en un contexto donde hacerlo está tan al alcance de todos, ¿Por qué no fijar objetivos para aprovechar la productividad que nos pueden proveer los distintos canales?
Según Teresa Cassagne, experta en desarrollar la arquitectura de las comunicaciones internas y externas alineadas al negocio y a la identidad, “la inversión en cualquier tipo de comunicación no tiene sentido ni retorno si antes la empresa no explicita quién es, qué hace, y para qué necesita y/o quiere comunicar.” Y afirma: “vale la pena invertir en armar todos los planos de la casa que se quiere construir, porque sin ellos no vamos a saber qué materiales necesitamos, qué gente tenemos que contratar para que la construya, con qué estilo queremos construirla. Hacer comunicación sin concientizar sobre quiénes somos y qué hacemos, es como ir a una fiesta vestidos para ir de camping; es como edificar sin pilares, sin cimientos: al final del día, eso construido se caerá a pedazos”.
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