Si me preguntan qué es el Slow Marketing, te diría que me gusta definirlo como una “filosofía detrás de tu estrategia de comunicación”, porque de lo que se trata es de tomarte el tiempo necesario para construir relaciones a largo plazo con tus actuales y potenciales clientes.
Me pasó muchas veces que, al trabajar para una empresa, establecimos un plan de 4 o 5 contenidos semanales. Nos pereció un buen número para ganar presencia y pusimos manos a la obra. Las primeras semanas todo iba viento en popa, pero con el correr de los meses ya se nos iba acabando el material. “No tenemos nada nuevo para contar”, “nos quedamos sin fotos”, “no tenemos buenas noticias”, son los problemas que solía escuchar, frente a los cuales mi misión siempre era pensar con una mente creativa y proponer ideas novedosas, porque, en definitiva, “siempre hay algo por decir”.
Sin embargo, esto de “estar comunicando todo el tiempo”, ¿no te hace sentir, en ocasiones, un poco “impostor/a”?
Personalmente creo que debemos comunicar con periodicidad estratégica, pero también tenemos que priorizar la calidad de lo que emitimos.
Si hay semanas que debemos comunicar menos, ¡está bien!
Si hay semanas en las que no somos generadores de contenidos sino que abrimos nuestros canales para preguntar, recibir consultas y abrirnos a nuestra comunidad, ¡genial!
Si hay días en los que tenemos que contar que las cosas no salieron como lo esperábamos… ¡puede ser interesante!
Lo importante es ser fieles a la impronta de marca que queremos crear, y reconocer que, para que las gente nos siga, nos valore y nos compre, necesitamos mostrarnos TAL CUAL SOMOS.
Por eso el Slow marketing llegó para decirnos “dejá de correr”, “no seas careta”, “no quieras mostrarte todo el tiempo como una máquina 100% a full”. También hay valor en el “silencio” y en la “escucha activa” de tus interlocutores.
Crear vínculos reales y honestos
Si bien no hay una receta única para sumergirte en el Slow marketing, algunas ideas como las siguientes pueden ayudarte a comenzar:
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Dialogar con tu comunidad: animate a hacer preguntas y escuchá activamente las respuestas. Eso te permitirá definir nuevas estrategias (comerciales y comunicacionales) mucho más efectivas.
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Creá comunicaciones post venta: comunicate con tu cliente posteriormente a su compra y obtené información valiosa sobre su experiencia con tu marca, tu servicio y la experiencia global de compra.
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Diseñá experiencias: debés tratar de que comprarte a vos sea realmente una experiencia. Fijate qué plusvalor podés generar desde el packaging, la metodología de entrega o la experiencia en tu local. Pensá con los 5 sentidos, ¿qué más le podés dar?, ¿qué cosas harían sentir bien a tu cliente?, ¿qué aspectos de tu competencia podrías mejorar absolutamente?
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No te desesperes por la cantidad: en este proceso de ser “reales y honestos” también vale tomarse el tiempo para crear contenidos genuinos, que respondan a los tiempos y a las dinámicas que tu empresa pueda mantener en el tiempo. No corras detrás de “la cantidad de posteos semanales recomendados” ni persigas el ideal de “un newsletter por semana”. Mejor ideá un circuito y una periodicidad que sea fiel a tu impronta y estilo. Así estarás enfocado/a para ofrecer la calidad que tenés para brindar a tu gente.
Relajado, pero atento. Proactivo, pero súper receptivo. Así es el Slow Marketing. ¿Te dieron ganas de comenzar a implementarlo?
¡Contame qué ideas se te vienen en mente y sigamos compartiendo buenas prácticas!